martes, 28 de octubre de 2008

CAJAS DE FRUTA: EL MODELISMO NAVAL DE LOS POBRES (PARTE I).

Nota previa. Capitán Vernon nos ha hecho llegar este artículo que de buen grado publicamos en su nombre


1.- Introducción.

Hoy día, en pleno siglo XXI, el modelismo naval se ha convertido en una afición bastante común para todo tipo de personas, niños y grandes, y los comercios especializados en ésta afición están más extendidos, hasta el punto de que, cientos de tiendas de juguetería barata, a veces muestran entre sus productos cajas de kits de modelismo sin dedicarse a ello exclusivamente.

La tentación de recrear una construcción que es copia fiel de algo que existe, con todos sus detalles, o que existió hace muchísimo tiempo, ha convertido al modelista en un artista sin límites que atesora entre sus capacidades unos conocimientos muy ricos, proporcionándole no solo una dedicación preciosa sino una colección propia y personalizada que refleja secretos hasta hace cierto tiempo guardados con celo por los más profesionales.

Cuando alguien en algún lugar observó, un lejano día, que la afición se extendía de manera lógica y generalmente aceptada, debió planificar la posibilidad de pensar en proporcionar los pequeños y curiosos materiales y piezas de que se componen multitud de creaciones en diferentes campos, como son los vehículos militares, los barcos, los aviones, los soldaditos, las casas rurales o las iglesias, las motocicletas o hasta las naves espaciales que veíamos en el cine, de manera que pudo nacer el mercado del modelismo.

En los Estados Unidos, entre principios de los años 50 y mediados de los años 60, se extendió con bastante inquietud el tema del modelismo, y de esta manera, en una sociedad que avanzaba a pasos muy largos, no era tan difícil hallar comercios en las que encontrar materiales diversos, aunque aún eran un arcano la mayoría de las técnicas, que se poseían, por muchos especialistas, como una pequeña protociencia compartida con cuentagotas. En España, debió ser a mediados de los años 50, más o menos, cuando comenzaron a aparecer algunos de los mejores manuales y artículos sobre el modelismo naval y sus aplicaciones, desvelando las primeras técnicas ingeniosas que facilitasen un mejor conocimiento de los pasos para montar un casco con proporciones exactas al original.

En éste sentido, uno de los grandes desafíos que ha facilitado, ya en nuestros días, el acceso a los materiales de montaje y construcción de éste tipo de obras es la red de internet, a través de la cual se pueden adquirir, mediante cientos de páginas web y tiendas virtuales, piezas y materiales que en nuestro más cercano entorno es difícil hallar en determinadas ocasiones, y que a veces cuesta incluso conocer que existen. Esto también impone una inversión en cuestión de gastos de envío que habrá que sumar al precio medio del producto, aunque la comodidad de poder conseguirlo sin movernos de casa puede tener su ventaja, al mismo tiempo que el precio por pieza suele ser más ventajoso que en los comercios habituales.

Sin embargo, y a pesar de todo, los materiales están sujetos a un precio de mercado, a una oferta limitada de modelos que basan su coste en virtud de una serie de razones comerciales de competencia y especialización del producto, del cual hay que obtener los beneficios necesarios, además de imponer nuestro logotipo por encima del resto de los empresarios, sobresaliendo marcas y firmas que enseguida relacionamos con el tema del modelismo naval, lo cual supone que si la categoría del kit alcanza cierto nivel, o no alcanzándolo, el modelo es muy demandado, el precio se dispara.

Modelos como el H.M.S. Victory a escala 1/84, de Artesanía Latina, en su catálogo 2004, con un nivel de cuatro anclas para situarlo entre los más dificultosos de montaje, pueden llegar a alcanzar un precio medio de 600 euros, sin dejar de lado otros que rondan los 900 euros, en cuanto incorporan, en sus cajas o equipos, piezas de artesanía en metal fundido y libros de montaje, cuyos derechos de publicación se pagan, otras veces editados por las propias compañías modelísticas, y aunque el precio normal de muchos modelos de tamaño medio ronda los 300 euros, siempre podemos encontrar piezas de museo para montar por la nada despreciable cifra de 2000 a 3000 euros, entre los que se comercializaba, a través de Andrea Miniatures, de Madrid y por encargo, sin incluir gastos de envío, un modelo de submarino alemán tipo U-Boot VII C, a escala 1/32, en laminados de fibra de vidrio y metal, incluyendo sus 10.000 remaches junto con 185 piezas metálicas, y unas dimensiones de 197 cm. de largo, 18 cm. de ancho y 39 cm. de alto; a éste precio estarían sujetos algunos modelos de importación de Estados Unidos, que se han puesto bastante de moda, y que, obviamente, hay que reconocerles bastante belleza y calidad para modelistas avanzados.

Algunas marcas conocidas como Artesanía Latina, Occre, Amati, C. Mamoli o Corel, por citar solo algunas, tienen un largo historial en la venta de modelos y materiales, y estos, en mayor o menor medida, siempre suponen una inversión determinada, que desde un punto de vista hay que desembolsar, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones, el producto carece de fidelidad frente al original, sus contenidos no son suficientes en cantidad o en calidad, falta información adicional para los montajes, los planos se quedan cortos, faltan piezas o las piezas vienen defectuosas, ofrecen dudas en ciertos aspectos, las escalas no se corresponden, etc.

Pero dentro del modelismo naval, como arte, hay muchas otras opciones y técnicas para poder construir un modelo, llevar a cabo la obtención de sus materiales y reunir sus piezas de manera autodidacta y personal, reduciendo de éste modo muchos de los pequeños problemas que ésta afición puede plantear. La técnica que se pretende mostrar, no obstante, está poco extendida, quizá por sus propios defectos, que, como todas las técnicas y los materiales, posee, y entre los que cabría destacar la calidad y la belleza de los materiales a veces empleados, cuya valoración es bastante relativa en relación con la clase de modelo montado, y el fin para el que se le destina.

Sin duda, dentro de las ventajas y los defectos de ésta técnica, que sin duda puede emplear muchos otros materiales, vamos a ver uno de éllos en concreto, curioso y revolucionario para ciertos modelistas navales que pretendan bajar el listón de sus inversiones al máximo, sin mermar sus oportunidades de construir cualquier modelo tanto en tamaño como en detalle, y que, paralelamente a su imaginación reúnan suficiente tiempo y voluntad para trabajar y preparar su propio producto: son las cajas de fruta.

Las “cajas de fruta”, que casi todo el mundo conoce por verlas apiladas a las puertas de supermercados, almacenes y tiendas de alimentación, tanto en los cascos urbanos como en los polígonos industriales, son esas cajitas que suelen contener frutas, verduras y productos similares, y están fabricadas con maderas de chopo grapadas entre sí, es decir, finas tablas procedentes del árbol del chopo, una especie que no suele ser muy común como materia prima para las maderas utilizadas principalmente en el modelismo naval, donde son más prioritarias las especies de mejor calidad, muchas de ellas traídas principalmente de los países de América Central y Sudamérica, otras también de suelo español, y que todos conocemos por su inclusión en los kits comerciales, y por su oferta en las tiendas de modelismo.

Precisamente en éstos países, donde principalmente se exportan éste tipo de maderas preciosas, se puede decir irónicamente, que muchas veces es donde más limitado está su uso como producto de modelismo propiamente dicho, y es que en algunos de éstos lugares no está tan desarrollado este arte como en Europa y Estados Unidos, --con alguna salvedad como Argentina, donde está muy desarrollado--, y donde algunas marcas se han hecho eco de auténticas multinacionales en el ramo. El motivo de tal afirmación puede radicar en que éstas maderas se producen para otros usos más sencillos que los destinados a un arte tan especializado como es el modelismo naval, ya que, una vez llegan las materias primas a los países europeos, y se adquieren por los grandes almacenes, se elaboran las piezas finales mediante avanzadas maquinarias electrónicas de corte y selección de tamaños y gruesos, al láser electrónico automatizado, de manera que su producción en grandes series es lo único que garantiza unos precios asequibles para una población normal, pero no deja de ser una industria poco habitual dentro del mercado de la madera, puesto que habría que invertir grandes fortunas para su transformación y la carpintería industrial ofrece, en un momento dado, más beneficios a largo plazo.

La técnica propuesta podría asimismo calificarse como una adaptación geográfica en cuanto a las mismas posibilidades, dado que en Castilla y el centro peninsular español, el chopo es mucho más habitual que por ejemplo, el roble, el eucaliptos, o el boj, que abundan y son más frecuentes en el norte, y éstas necesitan ser convertidas en piezas a través de más fases que las que presentan las cajas de fruta, que ya vienen hechas y cortadas, y que solo necesitan desmontarse, pero es obvio que en un espacio geográfico donde se cuenta con los recursos de maderas mejores, con la misma facilidad de obtención, podría elegirse otra gama de ellas que superarían las aquí propuestas.

Sin embargo, el misterio de la madera del chopo quizá se encuentre en la facilidad para su obtención, que es una de las especies españolas que más abunda, sobretodo en las tierras castellanas, su amplia gama de aplicaciones y la enorme cantidad de piezas que se pueden obtener con poco esfuerzo, además, claro está, como se ha comentado, el coste nulo que debo invertir en su empleo y adquisición, sumado a otras características propias que iremos estudiando a través de éste trabajo.

Pero ¿qué es el chopo? ¿qué clase de madera posee para poder aplicarla a modelos navales?, vamos a verlo y a tratar de conocerlo todo sobre su naturaleza y sus posibilidades en el modelismo naval.

Hay que dejar bien claro que los materiales a tratar no pueden competir con las maderas tropicales de importación americana, de gran calidad y belleza en carpintería, o con los materiales industriales preparados y cortados con láser, ni pueden alcanzar en muchos casos la duración y resistencia de otros basados en maderas nobles, pues su naturaleza superaría en mucho a los que vamos a tratar, por ello, éste trabajo tiene como intención mostrar una de las muchas opciones que la madera de chopo, en éste caso, ofrece a los modelistas navales que desean, o bien avanzar un poco en el arte, sin verse muy comprometidos económicamente por los errores producidos en los modelos, o bien invertir lo menos posible en previsión de que sus gastos se destinen a otros usos personales más prioritarios, y en éste sentido, éste artículo pretende enseñar tan solo un camino nuevo.

2.- El chopo.

El chopo (Populus nigra, L.), es un árbol de ribera, perteneciente a la especie de las frondosas que es conocido en Castilla como Chopo del país o Álamo negro, y en Burgos como Chopo Verdugueño, así como Lombardo en su variación de la especie pyramidalis. Conocido como Chopu en su especie leonesa, Choupu el de la Cabrera, Pobo, o Chopru el de La Sanabria y La Carballeda.
Es un árbol que alcanza los 10 m. de altura a los 10 años y unos 30 m. de talla definitiva. La variedad pyramidalis o italica, conocida como “lombardo” y naturalizada desde hace siglos en el paisaje castellano presenta un porte estrechamente columnar y puede superar los 36 m. de altura.


Posee una corteza resquebrajada, negruzca con la edad. Tiene ramillas pegajosas y de color anaranjado. Produce numerosos brotes adventicios o chupones. Yemas largas y puntiagudas, muy viscosas. Hojas romboidales largamente pecioladas y de márgenes dentados. Inflorescencias en gatillos colgantes. Frutos en pequeñas cápsulas. Florece de febrero a marzo y disemina sus pequeñas semillas provistas de pelos blancos en primavera.

Entre las variedades más utilizadas destaca el chopo Lombardo (Populus nigra pyramidalis), que ha sido traído hace varios siglos, procedente de Italia, tras haber sido importado siglos antes de Asia Central. También se emplea para formar pantallas cortavientos. En numerosos pueblos se corta cada año un alto y esbelto chopo, y a continuación se pinga (se coloca vertical) en la plaza como tradición.

Entre las subespecies autóctonas podemos citar Populus nigra betulifolia, de ramillos pubescentes y hojas romboidales y Populus nigra nigra, de ramillos lampiños. En la actualidad el chopo autóctono se encuentra seriamente amenazado por la hibridación con los clones de uso industrial.

La variedad del Álamo negro se extiende por todas partes en suelos frescos y riberas debido a su antiguo cultivo. Es más propio de las partes medias y bajas de las cuencas, en las grandes llanuras aluviales y en estribaciones de las montañas.

El Lombardo a veces domina en las riberas, como en los tramos bajos del río Riaza (Segovia). Los sistemas radicales se distribuyen ampliamente en superficie, prefiriendo los suelos neutros y fértiles donde crece con gran rapidez. En los tocones y árboles viejos crece por doquier la seta blanca de chopo (Agrocybe aegerita). Este árbol resulta especialmente útil en varias regiones, cuando se encuentran desmochados, para la nidificación de las cigüeñas.
Es muy parecido a algunas especies de álamos, como el álamo temblón, álamo blanco, con quien se les puede confundir, el álamo cribero o el álamo castellano.

La madera de chopo se utiliza asiduamente en restauración de zonas húmedas y riberas debido a su rápido desarrollo y facilidad de multiplicación, especialmente por estaquilla, eligiendo brotes terminales y vigorosos o bien los chupones de los troncos, que junto a los brotes largos de cepa se emplean como estacas (de 20 a 70 cm. de longitud). En las repoblaciones se utilizan plantas de 1 a 2 savias, manejables y más baratas (0.42 a 0.60 euros/unidad). Se puede mezclar con alisos en suelos húmedos aunque buscando los lugares de menor encharcamiento. Se emplean unos 400 a 1000 pies/ha., trasplantándose en febrero o marzo, que sería la época posterior o más cercana a la poda, según el lugar y el clima. El chopo autóctono es uno de los árboles de sombra más decorativos y que sirve de lugar de cría a multitud de aves.

Esta madera es blanda pero nudosa y se ha utilizado generalizadamente en construcciones rurales especialmente para vigas de pajares y casas, por ser elástica a la vez que resistente, así como en cajerío y carpintería. Las hojas se recogían de las mochas como forraje para el ganado en la antigüedad. Las abejas aprovechan la resina pegajosa de las ramillas y yemas para hacer los adhesivos de los panales en las colmenas. Con ellos se elaboran los medicinales propóleos.

En las antiguas ordenanzas municipales de multitud de pueblos castellanos, se obligaba a todos los vecinos a plantar un cierto número de árboles de ribera y se prohibía descuajar los existentes.

Otra especie diferente del chopo es el Chopo Canadiense (Populus x canadensis Moench). Alcanza los 10 m. de altura a los 10 años y una talla definitiva de unos 30 m. Tronco derecho y menos ramoso que los chopos autóctonos. Tiene hojas grandes de limbo anchamente triangular. Al brotar en primavera toma el follaje un color cobrizo muy vistoso. Las inflorescencias aparecen en gatillos colgantes. Los pies femeninos producen semillas pequeñas cubiertas con abundante material algodonoso (las llamadas pelusas) que el viento arrastra en primavera y que llega a cubrir el suelo en los alrededores de donde se encuentran emplazados.

Este chopo es de gran valor industrial y muy utilizado en plantaciones comerciales. Útil en la restauración de terrenos desnudos en riberas, vegas y en campos de cultivo agrícola próximos a ríos, por su facilidad de instalación y rápido desarrollo de su sistema radical, hasta altitudes de unos 1200 m. Hay numerosos clones adaptados a diversas regiones y suelos. Prefiere suelos frescos pero drenados y muy filtrantes, malviviendo en los demasiado compactos y húmedos, donde deben utilizarse alisos y salces. Tolera los encharcamientos eventuales. Se emplea planta de 1 o 2 años, y se utilizan de 160 a 300 árboles por ha. Sirven de solución de urgencia para proveer de sustratos para nidos de ardeidas, cigüeñas y rapaces.

Su madera es empleada en la industria moderna y automática del tablero de partículas y el contrachapado por ser poco ramoso. Se utiliza en carpintería, muebles ligeros de madera blanca, pasta de papel, cajas de embalaje, fabricación de palillos, etc. También puede servir en plantaciones para producir biomasa para energía.

Entrando en nuestra materia, y relacionando al chopo con el modelismo naval, se puede describir a ésta madera como un material blando, delicado, muy blanco y esponjoso, de albura débil y sumamente ligera, y duramen algo más resistente, sobre todo en los troncos más desarrollados, y color amarillo-beige, a veces marrón claro, dependiendo de la subespecie que se emplee. Posee anillos poco numerosos y apretados, aunque la variedad del sur de España los presenta más unidos y cercanos al duramen, siendo una madera algo más resistente que la del norte en ésta especie, aunque en general es una madera con bastante densidad.

Su consistencia no es muy grande, se trabaja con mucha facilidad, y en las aplicaciones de las cajas de fruta, que son las que vamos a estudiar, se pueden encontrar hasta cuatro clases de maderas que muestran diferentes texturas, colores y resistencias, todas de chopo. Es una madera realmente absorbente con los tintes y barnices, funcionando como un esponja que se puede saturar de productos de coloración, para adquirir rápidamente una mayor resistencia o un color más oscuro, que le dará una mejor calidad al material, y por tanto, una gran multitud de tonos de diversas categorías debido a su blancura, que acepta casi cualquier modificación en su aspecto decorativo.

Debido a ésta capacidad de absorción, se le pueden aplicar también todo tipo de productos para darle color como tintes al agua, temperas, acuarelas y cualquier material de pintura o mezcla de varios productos que no sean muy espesos o aceitosos, con los que se pueden conseguir unas piezas compactas que muestran un aspecto casi natural una vez que se les ha conseguido empapar bien con el tinte.

Responde bien a los lijados de grano muy fino a partir de 220 en adelante, aunque se deja desbastar con grano medio de 150 o menor, pero exige algo de cuidado para descortezar, sobre todo en verde, y para rebajar piezas, pues su blandura se hiende enseguida en los materiales curados, incluso ante la raspadura de una uña humana. Las mejores herramientas para su lijado y pulido son los papeles de lija para metal y las lanas de acero de números 000 y 00, aunque las piezas más duras y resistentes se alían bien con las limas finas para metal, que les proporcionan un aspecto liso y brillante de bastante calidad.

La preparación del material es bastante sencilla, se podría afirmar que incluso un modelista totalmente novel puede obtener los materiales de éstas cajas realizando los trabajos más básicos que se pueden aplicar a las maderas, a pesar de que su experiencia o su edad no le haya permitido tener mucho contacto con herramientas en general, con maderas de cualquier clase, o con creaciones dentro del modelismo naval.

En las presentaciones de modelos construidos con estas maderas, si el modelista es lo suficiente capaz de darle una calidad a su trabajo lo bastante buena, la gran diferencia a largo plazo estaría en la duración de esos mismos modelos, los cuales rondarían los 20 años de vida, con una dilatación de 5 años arriba o abajo, dependiendo de la calidad de las piezas utilizadas, a diferencia de los barcos construidos con materiales nobles de gran duración que les proporcionan una destacada longevidad, y en los que la media de duración en años rondarían los 50, habiendo casos particulares dentro del modelismo naval, como los modelos que podemos admirar en los museos repartidos por nuestro reino, donde podemos hallar modelos construidos en el siglo XVII o XVIII, y que se conservan en perfecto estado, en parte debido a la extraordinaria calidad de sus materiales de construcción.

A lo largo de la historia, y como artesanía especializada, se han construido modelos navales hechos tanto de madera como de cerámica, barro, cristal, metales o alambre, papel, cartones, realizados en tallas, en bajorrelieves, etc, muchos de los cuales se presentan como arte abstracto incluso, que ha atraído la atención por su imaginación y su vanguardismo. Frente a estas manifestaciones, la utilización de materiales nuevos, o no siendo tan nuevos, menos habituales, como pueden ser las maderas de las cajas de fruta, supondría una especie de empresa artística para mostrar un resultado similar en el modelismo naval que se está llevando a cabo en nuestros días.

Capitan Vernon

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